
Mayte y Puri, dos amigas de aquellas de toda la vida, llevaban más de cinco años sin verse. Antes de la pandemia, habían compartido apartamento para las vacaciones, crucero por la Riviera Maya, los hijos habían ido al mismo colegio…, en fin, una amistad a prueba de bomba. Durante estos años, no habían perdido el contacto. Hablaban diariamente por teléfono, por lo que estaban al día de lo que le sucedía a una y a la otra.
Así fue como Mayte supo de los problemas de pareja de Puri. Su marido había empeorado su adicción a la bebida y a las drogas, desde que había perdido el trabajo. Su carácter se volvió cada vez más agresivo, incluso llego a golpearla, un día que la cena no estaba terminada a su hora. Mayte le decía que lo dejara, que no valía la pena seguir aguantando aquella situación, pero Puri decía que quizás más adelante, si encontraba trabajo cambiaria su carácter. Pero no fue así.
Finalmente la pandemia fue controlada. Todo el mundo había recibido su dosis de AstraZeneca y por fin aquel verano podrían reunirse de nuevo las dos familias para pasar juntos las vacaciones. Querían organizar un viaje por todo lo alto y para ello quedaron aquel fin de semana para verse en casa de Puri y hacer una barbacoa en el jardín, mientras planificaban el viaje.
Llegaron sobre las doce. Los niños se zambulleron rápidamente en la piscina. El marido de Maite se tumbo en una hamaca para vigilar a los niños, pero a los cinco minutos ya se había quedado dormido.
- ¡Oye Puri! ¿Y tú marido?
- En el jardín
- ¡No lo veo!
- Tienes que cavar un poco.
Aquel verano Puri disfruto de sus vacaciones como no lo había hecho hasta la fecha.